Hace unos días, estuve viendo una película / documental basada en la historia de la vida del Sr. Nando Parrado, contada por él mismo y algunos de los sobrevivientes de la hazaña lograda en la cordillera de Los Andes, en el año 1972; hazaña recordada hasta el día de hoy, en la que 16 personas sobrevivieron más de 70 días en las peores condiciones en las que el ser humano podría naturalmente soportar.
Se han escrito libros, se han hecho películas sobre cómo sobrevivieron estas personas, pero ver la historia narrada por sus propios relatos, escuchando sus voces y viendo en sus rostros los gestos de las cosas vividas, fue impresionante. La documental fue hecha por History Channel y se llama “I’m alive” (estoy vivo) y en la versión en español la podrán encontrar por el título: “Milagro en los Andes”. Es una documental que ya había visto hace como 3 años cuando fue su estreno, pero es tan atrapante que la he vuelto a ver un par de veces más.
Hay momentos épicos, en el documental. Para mí alguno de ellos fueron éstos:
- Ver cómo funciona el comportamiento humano y el sentido de lo urgente y lo importante, (exagerado obviamente debido a la situación que se estaba viviendo). Cuando Nando Parrado “despierta” de estar un par de días medio muerto, se entera que se había caído el avión en donde iban, que su madre había muerto y que su hermana estaba gravemente herida. Me llamó la atención sus palabras: “entonces mi mente descartó a mi madre en un instante, no podía hacer nada por ella y me concentré en mi hermana”. Lejos de pensar que fue un comentario inhumano por la naturaleza del mismo, me impactó la capacidad de esta persona de ver “lo salvable”, lo “bueno” (nótese las comillas por favor) de esta situación: La madre estaba muerta, ¿qué podía hacer por ella? Sin embargo, aun estaba la hermana… se concentró en ella y estuvo con ella hasta su último momento de vida.
- Otra cosa que despertó mi atención, fue un comentario que hace uno de ellos, creo que fue Canessa, cuando, luego de estar 10 días atravesando la cordillera, y con más de 70 días sin comer prácticamente nada, encontraron unos pastos, unas raíces y las empezaron a comer como si fuera un banquete y para ellos esto fue algo grandioso. Más cuando luego, una persona que por allí pasaba (que fue quién los encontró) les arrojó un trozo de pan para que comieran. El comentario fue “entonces entendí lo poco que necesitamos realmente para ser felices”.
- Otro de los momentos, en los que, al menos para mí fue de los más impactantes, (y creo que hasta lindos, dentro de la dureza de la situación) fue cuando Paez Vilaró (que estaba junto con el resto que se había quedado en el fuselaje mientras Parrado y Canessa habían ido por ayuda) cuenta que, por una radio, habían escuchado que se habían encontrado a 2 sobrevivientes del accidente aéreo, y Paez Vilaró dijo “Cuando escuchamos los nombres de Parrado y Canessa, la emoción se apoderó de todos y todos comenzamos a abrazarnos y a festejar muchísimo. Me hubiera gustado que una cámara hubiera filmado ese momento de festejo”
Existen un montón de situaciones impresionantes en esta historia, en la que se muestra y se pone a prueba la tenacidad del ser humano, o por lo menos aquellos que saben adaptarse rápidamente a las peores situaciones, a las peores crisis, y los momentos más críticos. Por ejemplo, unos días luego del accidente, cobijados en el fuselaje por el frío, les cayó una avalancha y los dejó tapados… tan sólo en esa noche murieron 8 personas. Más adelante, uno confesó que sin haber sido víctimas de ese suceso imprevisto, no habrían podido sobrevivir.
¿Qué tiene que ver esto con nuestras vidas, con nuestros retos, con nuestras empresas, nuestras familias, nuestros desafíos cotidianos? Tal vez la vehemencia de la situación muy poco. Sin embargo, día a día tenemos que enfrentar pequeñas “cordilleras de los Andes” personales en todo ámbito. Concentrémonos en el empresarial, y pensemos:
¿Tenemos la capacidad de adaptarnos a cada situación hostil que se presenta? ¿Somos del tipo de personas que se sienta a lamentarse de la mala experiencia que estamos viviendo? ¿Sabríamos aprender de lo “malo” y verle el lado “bueno” a una situación en particular para obtener experiencia y no cometer los mismos errores? ¿Entendemos la urgencia de tomar acción rápida cuando hay situaciones límite en nuestra empresa o negocio? ¿O somos de los que nos quedamos sentados “pensando” cómo salir de ésta y en realidad estamos paralizados por dentro?
Hay un sinfín de cosas que podemos extraer para nuestro enriquecimiento personal al establecer un paralelismo (salvando las claras y obvias distancias) entre una situación límite y nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios, a convertir un problema en una solución, a tomar acción y tomar las riendas de nuestras decisiones sin perder un solo segundo en quejarnos!
¿Se ha ido a la quiebra alguna vez? ¿Ha fundido su negocio al punto tal de no tener nada en los bolsillos? ¿Se ha visto acorralado económicamente? Llore si es necesario, laméntese si es lo que le hace bien. Piense en todas las cosas que usted hizo mal para verse en esta situación. Pero por favor, no se detenga. No pierda demasiado tiempo en llorar y lamentarse: hace bien, hay que hacer el duelo. Pero ¡hágalo rápido! “Descarte” las cosas de su mente por las que ya no pueda hacer más nada y concéntrese en lo que queda.
En lo personal, siento una profunda admiración por personas que se sobreponen a una pérdida… sea de un amigo, un ser querido, un padre, un hermano, etcétera. Siento mucha empatía con las personas que se han ido a la quiebra total y lo han perdido todo porque sólo aquellos que lo han experimentado saben lo feo que es, y sin embargo ni siquiera está nuestra vida en juego, a decir verdad. Siempre se dice (y con toda razón) “de todo se sale menos de la muerte”. Sin embargo, ¡qué experiencia horrible verse arruinado económicamente! La vergüenza que uno siente, la moral y autoestima por el suelo, y un sinfín de sentimientos negativos que se apoderan de uno.
Lo más importante que saqué como conclusión de la documental fue algo que le comenté a mi hijo mientras la veíamos juntos: “A este tipo (refiriéndome a Parrado) no le entran ni con las balas… ¿qué situación le puede pasar, que lo haga temblar?” Siempre he aprendido que, luego de una situación límite en todo sentido, se sale muy fortalecido… y cuanto más límite la situación, más fortalecida la persona… es algo netamente proporcional.
Si está viviendo un problema empresarial, si está pasando por un momento muy difícil y complicado…. Ánimo!!! No se olvide que “lo que no mata lo fortalece” y verá como cada vez le costará más “caer”, o cometer los mismos errores y terminará siendo un bastión en lo que se proponga.
Cada uno vive situaciones a diario que lo ponen a prueba, lo sacuden en todos los sentidos, y ahí es cuando me hago la pregunta del inicio “¿te sobrepondrías a un Los Andes?” sin importar “la cordillera” que tengamos que superar, nadie se escapa de aprender, ganar experiencia, experimentar: en otras palabras, nadie se puede escapar de ¡VIVIR!
Hace muchos años, cuando era niño, mi hermana mayor le regaló a mi hermano mayor un cuadro con una frase que siempre recuerdo dice: “Recuerda que, si quieres alcanzar las alturas, recuerda que no se sale adelante celebrando éxitos, sino superando fracasos”. Me encanta esa frase, que no significa que no haya que celebrar los éxitos eh!! Sino que de los éxitos uno en realidad no aprende demasiado, están allí para ser celebrados y también “pasar a otra cosa”. Es la superación de los llamados “fracasos” la que nos hará más “fuertes”, más inteligentes, con más experiencias, etc.
A nadie le gusta atravesar un fracaso, a no ser que sea masoquista… Pero solo los que tienen la capacidad de luchar y no rendirse, son los que llegan. Solo los que pueden superar su “cordillera” día a día, los que avanzan… y bien digo “avanzan”… aunque jamás se llegue a ningún lado, porque siempre hay que continuar en movimiento. Celebrando los pequeños éxitos (y los grandes mucho más!) aunque sin detenerse demasiado en ello, para no creernos demasiado importantes, ni que ya las sabemos todas… al contrario, contentos de poder avanzar al próximo desafío!
¿Te sobrepondrías a un “Los Andes”? Me imagino la emoción que deben sentir aún al día de hoy, más de 40 años después los que sí la superaron. ¡Vaya éxito! Seguro que es buena excusa para celebrarlo toda una vida.